Teresita del Niño Jesús tenía un problema en su vida de oración, se dormía. Aquella debilidad no le entristecía demasiado porque decía que los niños pequeños gustan lo mismo a sus padres cuando duermen que cuando están despiertos. Lo más importante en la oración es el componente pasivo, tú te dejas hacer; San Francisco de Sales lo hacía presente en su oración: ¡Señor, no soy más que leña: préndele fuego!