Cada uno de nosotros entra en la Comunidad con sus heridas, sus defensas conscientes e inconscientes o sus argumentos interiores y los despliega casi automáticamente en el corazón de la vida comunitaria. Unos buscan esconderse, otros estar bien a la vista de todos... los síntomas y estrategias son diferentes, pero se trata de la misma herida profunda, del mismo pecado original.