La actitud de discernimiento es un estado de atención constante a Dios y al Espíritu, la certeza de que Dios habla, un estilo de vida que invade todo lo que soy y lo que hago, ello me lleva a fijar la mirada en el Señor, me lleva a no se testarudo porque mi razón no es mi epicentro, se produce una renuncia al querer y pensar propios, reconozco al Señor como la fuente en la que todo confluye.